miércoles, 16 de septiembre de 2009

COMER FUERA DE CASA


Desde luego las matemáticas no engañan así que estudiad la siguiente suma:

poco tiempo, sitio económico, bastante apetito y mucho aburrimiento.

El resultado es un conjunto de costumbres maratonianamente reprobables para la salud y el buen aspecto físico.

Claro que actualmente y tal y como están las cosas, ir a comer a casa es un lujo:

Cantidad de tráfico, grandes distancias de la ciudad y agobios por las exigencias laborales de cada día.


Pero esta comodidad del menú económico en el restaurante de al lado, o la pitza teletransportada, pueden dar lugar a desequilibrios.


Generalmente presentan una serie de puntos débiles, contra los que (si se conocen) se han de utilizar a posteriori determinados antídotos:

Los puntos débiles
-Exceso de pastas, patatas, productos harinosos y rebozados en harina.
-Pocos vegetales (hortalizas y verduras)
-Escasos alimentos crudos.
-Muchas salsas excesivamente energéticas que añaden kilos y grasas.
-Abundantes condimentos y sal para obtener un sabor intenso.
-Proteínas en el primer y segundo plato.
-Cantidad de congelados, que si no se cocinan correctamente pierden la mayoría de sus propiedades.
-Grasas saturadas y aceites que no son de oliva.
-Ensalada y fruta ya sin vitaminas, porque llevan mucho tiempo preparadas.
-Prevalencia de los alimentos fritos y refritos sobre los hervidos y a la plancha.
-Postres dulces.
-Mucho pan.

Los posteriores antídotos
-Procurar que los platos elegidos en el restaurante sean sencillos, y que en la medida de lo posible se vean bien los ingredientes que los componen.

Por ejemplo, mejor tomar una ensaladilla que un soufflé de “la huerta”..
-Intentar iniciar la comida con verduras, sopas, arroz y ensaladas y tomar un segundo plato de carne roja, pollo a la plancha, pescado o huevos revueltos o en tortilla.

De postre un poco de queso, un yogurt, o una infusión.
-Procurar que la cena este muy planificada, o sea, no rendirse a la tentación del bocadillo por muy tierno y crujiente que este el pan, ni por grande que se el cansancio.

Hay que compensar, por ejemplo, tomar verdura y fruta si no se hizo a mediodía, o proteínas si es a la inversa. .
-Los excesos en las cantidades diurnas se subsanan con una merienda- cena de cereales por ejemplo, y nada más.

Dos horas después, ¡a dormir con el estomago calmado, pero en reposo!...
- Y siempre, la elección de la cantidad y calidad de alimentos nocturnos deberá estar en consonancia con la ingesta del medio día y también con la edad, el peso y la actividad física que se lleva a cabo habitualmente.

Claro, la vida es así y todas las rosas tienen espinas...

¿Comida copiosa?....Pues cena muy sobria

¡Y que aproveche!

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