domingo, 25 de enero de 2009

¿QUIERES TENER GLAMOUR?


¡¡VIVA EL GLAMOUR!!




La palabra Glamour no está en el diccionario, y sin embargo, muy pocas personas declararían no sentirse atraídas por ella…

Es un concepto que Hollywood encumbró hasta extremos insospechados, poniéndole nombres como el de Marilyn, o el de Jean Collins, por recordar algunos de los míticos.

Pero fue Mademoiselle Chanel quien lo definió de un modo sumamente sencillo y atractivo diciendo “La moda tiene algo de oruga y algo de mariposa. Os aconsejo que seáis una oruga durante el día, y una mariposa por la noche.

Y es que metafóricamente hablando, no hay nada más cómodo que ser una oruga y nada más propio para el amor y el lujo que convertirse en mariposa.

O sea, hacen falta vestidos que repten y vestidos que vuelen, porque la mariposa no va a hacer la compra y la oruga no va a asistir a un baile.”

Sin embargo, definir el glamour no resulta sencillo.
Podría decirse que es distinción, elegancia atrayente para todo el mundo. Algo que admira el sexo contrario, que se hace, que se adquiere con la forma de arreglarse, de maquillarse, de perfumarse de vestirse, de actuar, de hablar. Pero siempre sobre la base del estilo, aunque lo estiloso por sí solo no es glamouroso sino que requiere del aderezo.

Con estas premisas el glamour podría traducirse como “la sofisticación del estilo”.

LAS NECESIDADES DEL GLAM
Una persona glamourosa necesita un buen maquillaje y un magnífico estilismo.
Decía también Chanel que “ Si alguien ha nacido sin alas, no debe hacer nada para impedir que le crezcan”.

Pues que si, el maquillaje son las alas. El 80 % correspondería a la pintura y al maquillaje, en tanto que el resto habría que achacarlo a la forma de mirar, a la voz, a la actitud.
Respecto a esta, es indiscutible que el glamour rompe la discreción combinando el alto rendimiento con el estilo sofisticado y los resultados sexys.
Nueva York, Milán, Londres y Paris son sus ciudades.
Sus looks van desde el preciosismo neoyorquino a las bellas artes de Londres, la seducción de Milán y lo etéreo de Paris. En estas urbes nacen y mueren los estilos y las modas.

MEZCLA DE CLASE Y ELEGANCIA
El glamour, como el duende para lo andaluces, o la inspiración para los poetas, es indefinible.
Es en realidad una mezcla de clase, elegancia, buen gusto, atractivo espiritual y erótica cuasi-imperceptible que ya desde antaño arrastraba con autoridad y sin violencia a los más propensos a la mitificación.
La poseían la Garbo, Audrey Hepburn y Grace Kelly, fría como una perla.


Hablando de perlas, a Mademoiselle Chanel le encantaban. Tenía con ellas una verdadera historia de amor. Las amó a través de un retrato de mujer de Veronés de la época del renacimiento y cuando no era más que una joven modista, soñaba con largos collares inmaculados. De collar, de pulsera, o de pendiente casi nunca se separó de ellas, ya que eran el accesorio que se adaptaba perfectamente a su personalidad y a su estilo y que además resaltaban la perfección de su tez y el rojo de sus labios.
Supo utilizarlas, combinarlas, magnificarlas y fue la primera en crear el concepto de bisutería, o sea de perlas falsas para todas las mujeres.
Además, Coco se atrevió a llevar perlas auténticas y falsas algunas veces, incluso mezclándolas inteligentemente para formar una cascada de largos collares luminosos. Los hombres que la rodeaban desde el Duque de WestMinster hasta el gran Duque Dimitri Romanov le regalaron magníficos collares de perlas, y con ellas trabajó en sus colecciones de alta costura y alta joyería. Siempre formaron parte de su universo y de su glamour.

El glamour es sin duda eso que todos tenemos y que solo algunos ponen en practica... ¿Por qué no probar?...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis XIV fue el propulsor del glamour. El gusto por la elegancia, el lujo y la sofisticación de Luis XIV, el Rey Sol, imprimió una personalidad única a la cultura de su país y estableció nuevas normas sobre el arte culinario, el diseño y la decoración de interiores, reglas que se abordan en el libro "La esencia del estilo. Historia de la invención de la moda y el lujo contemporáneo".

En este ensayo, amplio, riguroso y muy documentado, Joan DeJean relata los orígenes de la moda y la gastronomía y el proceso por el cual artículos y modos de vida lujosos se introdujeron en las vidas de los pueblos occidentales.

Para dar contestación a preguntas sobre el por qué hay que descorchar una botella de champán para una ocasión especial, y mejor si ésta procede de Francia; por qué los diamantes poseen connotaciones de riqueza, poder o aventuras emocionales o la necesidad de los adictos a la moda de poseer accesorios concretos, la autora se remonta a los años del Rey Sol.

Los misterios de la elegancia tienen su explicación si posamos nuestra mirada en ese determinado momento, quizá el más crucial para la evolución del estilo, el diseño y los artículos de lujo: "La época en que el joven Luis XIV era un atractivo y carismático rey con un enorme sentido del buen gusto y aún mayor de la historia, ya que decidió convertir en legendarios su país y su propia persona", afirma DeJean.

Antes de que comenzara su reinado "su nación no ejercía dominio alguno en el terreno de la moda y, sin embargo, al finalizar éste, sus súbditos eran ya aceptados como los árbitros absolutos en materia de estilo y gusto en todo el mundo occidental, y Francia había comenzado un dominio comercial en el mercado del lujo que pervive desde entonces".

El joven rey estableció unas normas que todavía hoy proporcionan el marco en que se desenvuelve nuestro concepto de estilo. La ola de creatividad que inundó Francia bajo el mecenazgo de Luis XIV "suscitó deseos que hoy nos parecen imprescindibles".

Joan DeJean recuerda que los franceses no eran considerados como los europeos más elegantes ni los más sofisticados. Y, sin embargo, ya a comienzos del XVIII el país había adquirido una especie de monopolio en todo lo relativo a la cultura, el estilo y la vida de lujo.

Elegancia, lujo y sofisticación pasaron a ser elementos por los que ser reconocido hasta un extremo antes inconcebible. Los franceses "comprendieron la importancia del márquetin. Así, cuando la moda se hizo francesa nació la industria de la moda, y surgieron conceptos como el de las temporadas, que continúa siendo esencial para el funcionamiento del sector".

Por primera vez, las nuevas normas para vivir de forma elegante trascendieron las fronteras, tanto geográficas como sociales, que con anterioridad habían limitado su influencia."La transformación de los franceses en gastrónomos y en árbitros de la moda no se debió solo a una tendencia nacional compartida. Se trató realmente de una cuestión de Estado".

El rey decidió que su nación se convertiría en una superpotencia mercantil y que alcanzaría ese estatus por sus propios medios. "Tuvo la determinación de hacerse con un inmenso y lucrativo mercado: el negocio del lujo", afirma la autora, que a través de trece capítulos transporta al lector al nacimiento de la alta cocina, la aparición de peluqueros célebres, las nuevas boutiques, la moderna industria turística, los cafés de moda, la vida nocturna o los cambios de temporada.
Glamour "es brillar frente a los demás, pero no tiene que ver con usar ropa cargada de lentejuelas o cristales. Es algo más complejo, porque involucra seguridad en uno mismo y autoestima", es "la esencia que se idealiza a través de una actitud", "es la característica que nos hace sobresalir entre los demás. Aunque algunas personas nacen con esa cualidad, todos podemos desarrollarla.
Para ser verdaderamente glamourosa, se deben cumplir con los siguientes requisitos:

Intangibles:

1. Estar conscientes de quiénes somos y tener una gran autoestima, amor propio.

2. Enriquecer nuestra vida con experiencias extraordinarias y tener la sensibilidad necesaria para compartirlas.

3. Tener una buena educación.

4. Ampliar cada vez más nuestra cultura.

5. Tener una vida interior plena y una mentalidad positiva.

Tangibles:

1. Estar conscientes de qué es lo que nos queda mejor, en cuanto a vestuario, peinado y maquillaje.
2. Elegir ropa de calidad.

3. Vestirse siempre con propiedad, de acuerdo con la temporada.

4. Buscar que todas las prendas que usemos combinen entre sí.

5. Llevar el cabello limpio, sedoso e hidratado y lucir un cutis luminoso y maquillado sin exageraciones.

En resumen, el glamour es una mezcla de personalidad, elegancia, sencillez, porte y gracia, combinada con un estilo personal de vestir y de comportarse.